sábado, 17 de mayo de 2008

Dos estudiantes de FP del Severo Ochoa (Alicante) inventan un detector de gas con un coste de 30 euros

Dos estudiantes de FP del Severo Ochoa (Alicante) inventan un detector de gas con un coste de 30 euros: "(C&P): No pertenecen a un instituto de investigación ni están estudiando en la universidad, sin embargo la empresa Endesa está interesada en su invento. Son alumnos del ciclo medio de Explotación de Sistemas Informáticos, un título de formación profesional que imparte el instituto ilicitano Severo Ochoa, y han conseguido crear un detector de gas para el hogar, con un costo irrisorio, pero que funciona de maravilla."

Ellos son Alejandro Martínez Martínez y José Maciá Caparrós, dos alumnos de la asignatura de Programación y Redes que imparte en el centro educativo el ingeniero José Manuel Aguilar. El docente fue quien empujó a ambos alumnos a involucrarse en el proyecto. La idea surgió en una clase, cuando estudiantes y profesores se preguntaron en voz alta: ¿Dónde ocurren más accidentes por escape de gas?

No les hizo falta reflexionar mucho. En los últimos meses, los medios de información han dado cumplida información de graves siniestros por fuga de gas en viviendas ubicadas en barrios modestos u ocupadas por persona de edad. Aguilar explica que «sólo los ricos emplean la domótica en sus casas». Insiste en que en las viviendas más modestas, su uso resulta demasiado caro y en que, precisamente, las instalaciones de gas no suelen estar en muy buenas condiciones.

Por tanto, el reto era conseguir idear un dispositivo que avisara a los moradores que «había un nivel de gas alto en la vivienda, antes de que peligre sus vidas, sin utilizar un ordenador, precisamente para abaratar los costes».

Pusieron manos a la obra. La falta de medios -endémica en los institutos- les obligó a agudizar el ingenio. No disponían de un módem, ni podían comprarlo, por lo que rescataron un teléfono móvil en desuso que conectaron a un pequeño circuito. Al final del mismo instalaron un diminuto censor sensible a todo tipo de gas. El mecanismo es sencillo. Con sólo dejar escapar un poquito del gas que contiene un mechero delante del censor se enciende primero una lucecita amarilla, señal de riesgo, y pronto una roja, que indica que se está llegando a un nivel crítico. Un fuerte pitido complementa el aviso lumínico, a la vez que el morador de la vivienda recibe un mensaje de texto en su móvil que le informa de la situación.

Los alumnos presentaron su detector a los bomberos del Parque Comarcal del Baix Vinalopó, que se mostraron muy interesados. Tanto Alejandro como José insisten en que «se trata de un sistema barato y sencillo, sin embargo y aunque parezca mentira, nadie había pensado en ello». Así se lo dijeron los bomberos.

Estos profesionales les advirtieron sin embargo de que su invento «cojeaba». Los moradores de la vivienda podían estar ya mareados o algo intoxicados cuando recibieran el mensaje, circunstancia que podría dificultarles pedir auxilio a la Policía y a los bomberos. Éstos les explicaron que lo idóneo sería que el aviso llegara directamente a una central de alarma que pondría en marcha el protocolo de actuación, al conocer la latitud y la longitud del lugar de donde se emite la señal de auxilio.

Aguilar insiste en que «de momento, esto no es más que un prototipo, muy barato y que funciona». El siguiente paso es reducir todo el sistema a microchips. Pero, el instituto no tiene medio, aunque tanto el profesor, como el coordinador del Departamento de Informática, Juan de Dios Valero, como la directora del centro, Elvira Quiles, confiesan que se están planteando dar el segundo paso.

Certamen nacional

Alejandro Martínez ha concluido ya el ciclo medio de Informática. Actualmente está realizando el periodo obligado de prácticas en empresas. La comunidad Riegos de Levante lo ha acogido. Su compañero, José Maciá está concluyendo los estudios del ciclo medio. Ambos reconocen que cuando su profesor de Programación y Redes les propuso meterse en el proyecto se asustaron algo. «A mí, este asunto me parecía muy complicado. Pero es verdad que te pones a investigar, te das cuenta que paso a paso lo vas consiguiendo y que sí que eres capaz», cuenta José. Alejandro siente lo mismo. «Yo creía que era imposible elaborar el proyecto y hacer el prototipo. Pero con trabajo y empeño, el asunto fue cada día a mejor».

Y tan a mejor. Después de tres meses intensos, el proyecto estaba acabado y su candidatura ya presentada a la XXI Edición del Premio Nacional Don Bosco, que se llevó a cabo en febrero pasado en Zaragoza. Era la primera vez que este equipo ilicitano se presentaba a un concurso nacional y le faltó, insiste Aguilar, «la soltura de los tres ganadores, que llevaban ya varios certámenes a sus espaldas».

Pese a su inexperiencia a la hora de enfrentarse a un jurado, lo cierto es que José y Alejandro supieron levantar la curiosidad y el interés de los presentes. Consiguieron ser finalistas y «extraoficialmente» el instituto consiguió saber que obtuvieron la cuarta mejor puntuación nacional.

El concurso, reconocen ambos jóvenes, ha sido para ellos una inyección de moral y de amor propio. Los dos están decididos a seguir estudiando. El próximo curso iniciarán el ciclo superior de Informática. Luego verán, aunque los estudios universitarios están ya en su punto de mira.

No estuvo ajeno a este subidón de autoestima el interés que despertó el prototipo entre las empresas. De hecho, Endesa se mostró muy interesada por el proyecto y se quedó con la documentación. El Departamento de Informática está a la expectativa, aunque ya muy satisfecho con que «dos estudiantes de FP hayan puesto a punto un invento sencillo y barato, que puede ir instalado directamente en las aparatos, y en el que nadie había pensando anteriormente», insiste el jefe del departamento, Juan de Dios Valero.

Pleno empleo

El Severo Ochoa imparte los ciclos medio y superior de Informática, una especialidad cuya salida al mercado laboral es de pleno empleo. De hecho, este instituto que colabora con 546 empresas no consigue hacer frente a la demanda de titulados de esta especialidad. Valero asegura que «aproximadamente el 60% de las ofertas de trabajo no se pueden cubrir».

El periodo de matriculación es cercano y la directora del Severo Ochoa, Elvira Quiles, anima a los jóvenes a que estudien informática en su centro. El éxito laboral está garantizado.

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